Servir a Dios es un gran gozo.
Pero ¡qué gran privilegio si su bendición reposa sobre nosotros en todo!
Las cosas más ordinarias son santificadas y benditas cuando estamos consagrados al Señor.
Jesús tomó pan y lo bendijo: el pan que nosotros comemos es pan bendito.
Jesús bendijo el agua y la trocó en vino: el agua que nosotros bebemos es mucho mejor para nosotros que el vino que regocija a los hombres; cada una de sus gotas lleva consigo una bendición.
La bendición divina reposa sobre el hombre de Dios en todas las cosas y permanecerá con él en todo tiempo.¿Y si no tenemos más que pan y agua?Siempre son pan y agua bendecidos.
Pan y agua tendremos.Ambas cosas están incluidas en la promesa, porque son necesarias para que Dios las bendiga.«Se le dará su pan y sus aguas serán ciertas».Cuando Dios se sienta a nuestra mesa, no sólo pedimos la bendición, sino que ya la tenemos.
Dios nos bendice no solamente en el altar, sino también en la mesa.Sirve bien a quienes le sirven.Y esta bendición de la mesa no es una deuda, sino un don; gracia triple en realidad, porque nos concede la gracia de servirle, nos alimenta con el pan de su gracia y lo bendice con su gracia.
Dios nos bendice no solamente en el altar, sino también en la mesa.Sirve bien a quienes le sirven.Y esta bendición de la mesa no es una deuda, sino un don; gracia triple en realidad, porque nos concede la gracia de servirle, nos alimenta con el pan de su gracia y lo bendice con su gracia.
Hoy es una gran oportunidad para servir a Dios con todo el corazón.
Señor, Gracias por tu amor y bondad. Gracias por darme la oportunidad de servirte en este día. Amén.
El que guarda el mandamiento guarda su alma;
Mas el que menosprecia sus caminos morirá.Proverbios19:16.
Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
Que anda en sus caminos. Salmos 128:1.
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