lunes, 23 de julio de 2012

Cuando creas que no hay esperanza, Dios no se olvida de ti.




 Sientes que tu clamor no ha sido escuchado y que ya es demasiado tarde para remediar la situación que ahora enfrentas; has orado...y nada; la respuesta no viene y las esperanzas están totalmente perdidas. Pero una vez mas, Dios te recuerda que a lo largo de tu vida, es el quien te ha venido abriendo caminos donde tu creías que ya no habían posibilidades; y que así como lo hizo en el pasado, también lo puede hacer actualmente, no porque lo merezcas sino por su pura
misericordia.

Dios es capáz de mover circunstancias naturales o personales, aunque en este momento no entiendas el porque suceden; es capáz de hacer cambios radicales y favorables que te permitan avanzar en contra de toda especulación. Es Dios quien te abre caminos donde no los hay.

Todo lo que esta sucediendo hoy es para que aprendas de depender de Dios, aunque las esperanzas ya estén totalmente perdidas, aunque ya haya pasado el plazo en que todo podía haberse solucionado; mientras tanto no reniegues, no temas ante lo que pueda venirte, pues al
final comprenderás que todo es para tu bien.

Ignora las voces de todos aquellos que quieren desmotivarte, que quieren matar tu fe, que te aseguran hoy que todo esta perdido, que ya no hay nada mas que hacer.

Pon en las manos de Dios todas las áreas de tu vida, pues lo que pongas en sus manos no se echara a perder sino todo lo contrario; no serás victima de las circunstancias adversas porque su presencia continua estará velando y obrando a tu favor. Nada te sucederá por casualidad, no será casualidad que diversas circunstancias y personas se te presenten en el momento oportuno; Dios tiene su forma peculiar de actuar y tiene también su propio tiempo, su propio calendario; el poder de Dios es capáz de operar transformaciones profundas aun mas allá de tu lógica.

Así es, aunque todo amenace acabar contigo, no será así; tu situación cambiará para bien aunque ahora no vislumbres ninguna perspectiva; nunca es tarde para Dios, aunque tu veas que se demora por algún tiempo; no te desesperes, ni desilusiones, ni temas, pues lo que esperas llegara a ti. Es necesario que tu fe y tu paciencia maduren.

Todo esto fortalecerá tu fe y la fe de los que te rodean; será motivo para que los que no creen, crean; será motivo para que la gloria y el poder de Dios se manifiesten de manera obvia. Es en ese momento en que el poder de Dios se magnificará.

Descansa en las promesas que Dios tiene para ti, en las que te tiene para tu vida presente y para tu vida futura.

Espera. Dios no se olvida de ti...

jueves, 14 de junio de 2012

HONRA A TU PADRE Y SERAS BENDITO


¡Es que me avergüenzan!


“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da”

(Éxodo 20:12)

Alguna vez en mi época de escolar fui tomado en cuenta para participar en una de las llamadas “hora social” que se preparaban por fiestas del plantel. Llegado el día de la función, el maestro preguntó por mi padre; le dije que no había podido asistir, en vista de sus ocupaciones.

Como imaginarán, había mentido al respecto, pues nunca le conté a mi viejo acerca del referido programa. ¿Motivos?… uno solo: sentía vergüenza de él, de su condición humilde como vendedor ambulante. Gracias a Dios esa deslealtad fue superada en mi adultez, cuando, pese a nuestra diferente visión de la vida, pude admirarlo y valorarlo en su esencia .

Amigo, amiga: ¿acaso te pasó lo mismo, pero igual que yo lo superaste oportunamente?… ¿O por el contrario, hoy por hoy, siendo una persona adulta , inteligente, próspera, quizá conocida en los altos círculos sociales, sientes vergüenza de tus padres, de quienesgracias a su esfuerzo recibiste estudio, formación y parte de lo que ahora posees? … vergüenza de sus raíces, de su origen humilde, de su trabajo, de sus manías, errores… y por lo tanto ¿buscas algún pretexto, para negarlos?
Si es así, reacciona; ve a pedirles perdón y empieza a amarlos a honrarlos; aún tienes tiempo mientras estén vivos. Que no te vaya a pasar lo que el pasaje bíblico relata: “ Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: ´Antes que cante el gallo, me negarás tres veces´ Y saliéndose fuera, lloró amargamente.” (Mateo 26:75).

Autor: William Brayanes

lunes, 11 de junio de 2012

No olvidemos la fuente de nuestro poder

Rev. José soto
No olvidemos la fuente de nuestro poder
























El pueblo de Dios había olvidado el origen de su poder, y también la razón por la cual Dios lo había libertado del cautiverio.

 En los días en que Dios levantó al profeta Zacarías, el pueblo de Israel se hallaba divagando, y había adoptado una posición de ambigüedad y de ambivalencia en el ámbito espiritual. Por consiguiente el mensaje de este profeta estribaba en un llamado a renovar y a profundizar la relación del pueblo con Dios, y la exigencia de responder de forma definitiva y radical a Sus demandas.

La orden divina de reconstruir el templo adquiere una dimensión simbólica desde varias perspectivas. Primero, la necesidad de reconstruir la vida espiritual derribada y abandonada. En efecto, ¿cómo iban a haber vida espiritual, sacrificios y adoración sin altar? ¿Cómo iba a haber un sacerdocio sin lugar santo? ¿Cómo iba a saciar el pueblo sus necesidades espirituales, físicas, emocionales y materiales sin tener un lugar en concreto donde acercarse a Dios? Segundo, la reconstrucción del templo representa la sed y el hambre del pueblo por Dios, y su esfuerzo por alcanzar las vidas que no conocen al Señor y traerlas a este refugio espiritual.

El pueblo de Dios había olvidado el origen de su poder, y también la razón por la cual Dios lo había libertado del cautiverio. Como veremos a continuación, el título de esta enseñanza nos invita, de una parte, a conocer el origen de nuestra fuerza y de nuestra victoria; y de otra parte, a identificar el carácter de nuestros conflictos.

1. DEL ORIGEN DEL PODER Y DE LA VICTORIA

Dado el tiempo difícil que nos ha tocado vivir, parece ser que el pueblo del Señor ha olvidado en qué se originan su poder y victoria. Ciertamente, este fenómeno no es nuevo, sino que se trata de un ardid antiguo que el diablo se complace en usar todavía (que el Señor lo reprenda).

En Zacarías 4:1, dicen las Escrituras: “Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño”. Este versículo me llama la atención, en la medida en que el ángel tuvo que despertar al profeta de un sueño profundo. Y es menester que hoy, en el siglo XXI. Dios venga asimismo a sacudirnos y a despertarnos de nuestro peligroso estado de letargo, para recordarnos cuál es la fuente de nuestro poder.

En efecto, cuando la iglesia se duerme a esta realidad, esta desconoce tanto su origen como el objetivo de su presencia en este mundo. Y por ende, el pueblo de Dios se aparta de la visión divina, y se hunde en la confusión, en la indiferencia y en la inercia. El adormecimiento de la iglesia con respecto a la fuente de su poder, le abre, pues, la puerta a Satanás –cuyo sello diabólico está camuflado– para que sustituya la primera fuente por otra engañosa.

Los primeros efectos de este olvido en la congregación consisten en la ausencia del Espíritu Santo, y de su poder de convicción de pecados en los perdidos. Por lo tanto, la iglesia sustituye el poder de Dios por artificios y espectáculos atractivos para el mundo y la juventud, con luces de colores, fuegos artificiales, láseres, humo, etc., que convierten el altar del Señor en un escenario pagano. A esto se le llama la “nueva ola” de Dios... ¡Qué blasfemia!

En el libro de Zacarías 4:2-3, leemos que la visión de Zacarías contenía varios elementos interrelacionados: un candelabro de oro, un depósito de aceite, siete lámparas de oro encendidas que se comunicaban con dicho depósito por medio de unos tubos, y dos olivos situados a los dos extremos del depósito. Esta visión, sin embargo, no estaba destinada únicamente a Zacarías, sino que contenía un mensaje de contenido trascendental que transmitir también a otros: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (v. 6).

Al sol de hoy, la fuente del poder en la iglesia todavía sigue siendo la presencia del Espíritu Santo en medio de ella. Así pues, si falta aceite para que alumbremos, adoremos y testifiquemos, ¡todavía hay abundancia de unción en el depósito y en el olivo! Dios quiere darnos Su Espíritu Santo, porque si éste deja de moverse en la iglesia, el servicio al Señor se torna en un acto mecánico y sin sentido.

Ya no hay lágrimas en nuestros ojos, llamados misioneros ni al pastorado, conversiones genuinas, sanidades, milagros, portentos, y manifestaciones del poder de lo alto. Tampoco hay crecimiento espiritual en el pueblo de Dios, por cuanto el espectáculo y el show han venido a sustituir la alimentación por medio de la Palabra y el adoctrinamiento del creyente.

No obstante, sin el poder de Dios moviéndose en nuestras vidas... ¿Cómo pelearemos las batallas de Jehová? ¿Acaso no nos estamos mintiendo a nosotros mismos, como sucediera con los cuatrocientos profetas de Acab? ¡Hasta con cuernos de hierro aquellos farsantes le profetizaban al rey que vencería a todos sus enemigos! Mas el mensaje de Dios, por boca del profeta Micaías, fue: “He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor; y dijo Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz a su casa” (2 Crónicas 18:16). En otras palabras. Dios estaba denunciando la irresponsabilidad de Acab a la hora de dirigir al pueblo, como un pastor que abandona a su rebaño.

Ultrajado por aquel mensaje, el rey Acab ordenó que encerraran a Micaías en un calabozo, y lo castigaran con pan y agua, porque los mensajes que conllevan alguna reprimenda divina nunca obtienen popularidad. Mas nosotros, por nuestra parte, queremos que el Espíritu Santo siga hablando a la congregación, que convenza al pecador de juicio y de castigo, que nos exhorte a regresar a la senda antigua, a lo que se considera obsoleto.

El Espíritu de Dios siempre levanta en el pueblo el deseo de buscar el rostro de Dios por medio de la oración. Amado hermano, ¿sabía usted que un sondeo mostró que, en la actualidad, los pastores oran un promedio de siete minutos diarios (y en ciertos casos semanales)? Ahora bien, si han cambiado el altar a Jehová por otros altares, como la televisión, los juegos de vídeo y las revistas de deportes... ¿Cómo, pues, conocerán la fuente de su poder?

El rey israelita Acaz, al enterarse de una posible invasión de su tierra, decidió trabar alianza con el rey de Asiria. Este, definitivamente, desconocía cuál era fuente de su poder. Y cuando este rey entró al templo de los asirios, se quedó impresionado por la belleza del altar a los dioses paganos, y quiso exportar un diseño similar a Jerusalén.

Así que en una primera etapa puso el nuevo altar pagano y el altar de Jehová lado a lado, y decidió que en el altar de Jehová consultaría a Dios, mientras que en el altar pagano realizaría los sacrificios. ¡Qué atrevimiento de parte suya! No es al Señor quien va a amoldarse a nuestros conceptos e ideas, sino nosotros los que tenemos que sometemos a Sus directrices. En una segunda etapa, eliminó el altar del templo y la fuente de la purificación. Pero, hermanos, ¿adónde nos acercaremos sino al altar de Jehová? Allí encontramos fortaleza, poder, el Espíritu nos habla y nos instruye acerca de lo que tenemos que hacer.

Cuando Jesús les anunció a Sus discípulos que partía de este mundo, éstos se entristecieron mucho porque, físicamente hablando, les convenía más que el Señor estuviera cerca de ellos. Sin embargo, la vida en el espíritu va más allá de los sentidos y de los sentimientos (los cuales operan en el área física y humana), por cuanto estos últimos pueden resultar engañosos.

Sin lugar a duda, sería maravilloso tener a nuestro amado Salvador presente físicamente en cada uno de los servicios que damos. No obstante, el mismo Señor Jesucristo dijo que era más conveniente todavía tener al Consolador moviéndose con libertad en medio de nosotros. En efecto, el Espíritu de Dios opera directamente en el ámbito de la fe, y también en todo lo que bifurca de la fe hacia otras dimensiones de nuestras vidas cristianas. El Espíritu Santo es una fuente de poder para los hijos de Dios, porque en Él se funden fuego, luz, aceite, unción y testimonio. En Apocalipsis se nos describe al Señor en medio del trono, en forma de un cordero inmolado que tiene siete cuernos (símbolo del poder, de la fuerza y de la omnipotencia divina) y siete ojos (símbolo de Su omnisciencia).

El pueblo de Dios no puede pelear las guerras espirituales sin ser investido con esa fuerza sobrenatural, porque Satanás lo haría pedazos. En efecto, nuestra lucha no es “contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Con el diablo no se juega; sino que hemos de captarlo, descubrirlo, inquietarlo, exhibirlo y vencerlo en el nombre de Jesús.

2. IDENTIFICANDO EL ORIGEN DE NUESTROS CONFLICTOS

En Zacarías capítulo 3 hallamos al sumo sacerdote Josué, quien estaba experimentado una situación de deterioro, un sentimiento de derrota, una debilidad que no lo dejaba empuñar el arado e iniciar su tarea espiritual.

Pero a Dios gracias por aquellas personas que doblan sus rodillas, que buscan Su rostro para que Dios les revele cuáles cosas no están funcionando adecuadamente. El profeta Zacarías recibió una visión en la cual vio a Josué vestido con vestiduras viles, y a Satanás a su mano derecha acusándolo ante el ángel de Jehová. La batalla de Josué no era, pues, física ni terrenal, sino espiritual, y él mismo no había comprendido lo que le estaba sucediendo. En medio de la bendición más sublime que estribaba en la presencia del ángel de Jehová a su lado, también se encontraba el diablo avergonzándolo, y acusándolo de que él no servía porque era un hombre pecador y falto de fe como los demás.

Sin embargo, en ese momento preciso de la visión, el ángel de Jehová miró a Satanás y lo reprendió duramente, y mandó que se le pusieran vestiduras limpias a Josué: “Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? [...] Quitadle esas vestiduras viles. Y a él [Josué] le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas” (Zacarías 3:2-5). Josué no permaneció más en ese estado de postración e inercia, por cuanto el diablo había sido descubierto y vencido.

Asimismo, la iglesia debe reconocer que el enemigo trabaja en las áreas como la indiferencia y la apatía por buscar a Dios. Cuántas veces pasamos al altar, y le prometemos a Dios que tendremos una conducta diferente; pero no hacemos nada más que llegar a nuestro hogar, y el diablo empieza a decirnos que no hemos cambiado, que se trataba de un momento de emoción y que recaeremos en el mismo ciclo de nuevo. Mas en esta situación, es menester alzar bandera, y declararle al maligno que lo reprendemos en el nombre de Jesús.

Puede ser, amado lector, que se encuentre en una prueba, en una lucha, y que el diablo haya tornado todos sus cañones contra usted. En este trance, quizá usted no entiende por qué se encuentra en esta situación; mas recuerde el ejemplo de Job, quien, sin haber pecado, sufrió los ataques violentos del enemigo contra su hogar, sus bienes y su salud. Este hombre de Dios se había convertido él mismo en un campo de batalla, y el diablo luchaba de forma directa contra él.

Sin embargo, aunque no entendía el por qué de aquellos atropellos, Job se dirigió a Dios, la fuente de su poder. Cada arremetida del diablo, en vez de alejarlo de Dios, lo acercaba a Él; y frente al precipicio de la muerte, Job se hallaba más cerca del Señor que nunca antes. Por eso mismo, pudo exclamar: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” (Job 19:25-27).

Tal vez el diablo quiere hacerle creer que Dios no oye sus oraciones y ruegos, mas esto es completamente falso. Cuando Daniel estaba rogándole a Dios que interviniera, se le apareció el arcángel Gabriel portador de un mensaje: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden…” (Daniel 9:23). No importa lo que nos susurre el maligno, ni los obstáculos que ponga, ni tampoco cuánto tiempo llevamos orando para que Dios obre en algún aspecto. Desde el principio Él nos ha oído, y ya ha dado la orden.

En el camino del Señor se camina por fe y no por vista, porque todo lo que concierne a Dios trasciende lo que sentimos u oímos. Por ende, si Dios pone la disposición en nuestros corazones de orar por algo, no permitamos que el enemigo interrumpa el ruego poniendo en nosotros dudas, preocupaciones o desesperación. Daniel descubrió que había una lucha en el ámbito del espíritu, y venció porque no dejó de orar.

Dios nos ha dado el poder de identificar el origen de nuestros conflictos para que venzamos al enemigo de nuestras almas. Existe un conflicto espiritual que no se reporta en ningún libro del Antiguo Testamento, sino en la epístola de Judas, en el Nuevo Testamento. Y este estriba en que el diablo intentó desenterrar el cuerpo de Moisés con vistas a hacer de él una reliquia, y para que el pueblo –cuya debilidad era la idolatría– lo adorara. Sin embargo, habiendo descubierto sus nefastos designios, Dios mandó al arcángel Miguel, el general de los ejércitos celestiales, a defender la tumba de Moisés.

Ahora y siempre, tenemos a nuestro alcance un arma poderosa: el discernimiento de espíritus. Dios nos lo ha dado para que identifiquemos el origen de nuestros conflictos, y que descubramos las artimañas de Satanás. En la cruz del calvario, Cristo exhibió al diablo públicamente, lo descubrió y lo puso bajo la planta de Sus pies. La victoria del Cordero es la nuestra también, y el diablo está bajo nuestros pies. ¡Que el Señor lo reprenda!

viernes, 8 de junio de 2012

EL ALFARERO CELESTIAL







Rev. Luis M. Ortiz

En Jeremías 18:1-6, leemos: “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:
Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.
Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”

Antes de considerar este pasaje, notemos el lugar tan prominente que ocupa la Palabra de Dios en el mismo. Fue por palabra de Dios que Jeremías fue a casa del alfarero. Una vez en el taller del alfarero recibió el mensaje de la palabra de Dios, mensaje que luego comunicó al pueblo.

Jeremías es enviado a la casa, o al taller del alfarero, no a predicar un sermón, sino a recibir uno de parte de Dios, a través del Alfarero en su taller, para que luego lo predicara al pueblo. Y Jeremías obedece.

Aquí hay un mensaje especial para el pueblo de Israel en aquel tiempo, y en nuestro tiempo, pero en esta ocasión queremos ocuparnos del Alfarero celestial y tres vasijas especiales. El Alfarero Celestial es Dios. El taller del Alfarero es esta Tierra, la cual vino a ser como su taller, pues el Alfarero Celestial trabajó con barro, y “formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén 2:7). Ésta es la primera vasija.

LA PRIMERA VASIJA

Jeremías notó en el taller del alfarero que la primera vasija “se echó a perder”. Es interesante notar que no fue por error de parte del alfarero, sino en la naturaleza del mismo barro. Y esta primera vasija de barro, que hizo el Alfarero Celestial, o sea, el primer Adán, se echó a perder. Desobedeciendo a Dios, pecó contra Él y se alejó de Dios. Pecó contra su espíritu, y éste murió, pues quedó separado de Dios. Pecó contra su alma, y ésta se corrompió en vicios y pecados. Pecó contra su cuerpo y éste enfermó hasta volver al polvo. Pecó contra su posteridad, pues “el pecado entró al mundo por un hombre, y por el pecado, la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 7:12; 3:23).

Pero el profeta, también ve que el alfarero “hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla”. Esto es, esta segunda vasija, el alfarero la hizo mucho mejor. De igual modo,”cuando vino el cumplimiento del tiempo”, el Alfarero Celestial volvió a bregar con el barro de la naturaleza humana, y “la virgen concibió, y dio a la luz un hijo, y llamó su nombre Emmanuel (Is. 7:14), y envió a su Hijo, nacido de mujer” (Gá. 4:4).

LA SEGUNDA VASIJA

Este es el postrer Adán, o sea, la segunda vasija, la cual ciertamente quedó perfecta, maravillosamente perfecta. ¡Él es Admirable! “Y aquél Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn 1:14). “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). “E indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificando en el Espíritu, visto de los ángeles, predicando a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti:3:16). “Nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca” (Is. 53:9). “No conoció pecado” (2 Cor.5:21). “Santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (He.7:26).

Y así como el enemigo atacó y logró echar a perder la primera vasija, el primer Adán, aún con mayor fuerza atacó y trató de dañar y echar a perder esta segunda vasija, el postrer Adán, nuestro Señor Jesucristo, por medio de la muerte prematura, la tentación, la persecución, el insulto, la acusación falsa; y cuando creyó que con la muerte le destruía, fue crucificado, y allá en la cruz, “despojó a los principados y a las potestades (a Satanás y su poderío) , los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. (Col. 2:15).

La segunda vasija, nuestro señor Jesucristo, triunfo cabalmente y decreto el eterno confinamiento del enemigo en el lago de fuego y azufre. Pero en el pasaje del profeta jeremías hay una vasija: Dios dice: “¿No pondré yo hacer de vosotros como este alfarero…? He aquí que como el barro en al mano de alfarero, así sois vosotros en mi mano “. La primera vasija Adán es básicamente barro con el soplo del espíritu de Dios, o sea la naturaleza humana con el aliento de vida de Dios. La segunda vasija, el póster de Adán, Cristo, es básicamente la Divinidad concebida en el barro por la obra del espíritu santo, o sea, la plenitud de la Divinidad, habitando corporalmente en la naturaleza humana (Col. 2:9)

LA TERCERA VASIJA

La tercera vasija que Dios hace es básicamente la presencia de la naturaleza Divina en el barro, que le apóstol Pedro le llama “participación de la naturaleza divina”. En la naturaleza humana se produce por un acto de engendro de Dios (Jn. 1:13), y el resultado es un nuevo nacimiento, “nacido del espíritu de Dios” (Jn. 3:1-8), “nacido de Dios” (1 Jn. 5:1),”renacido por la palabra de Dios” (1 P. 1:23), y “hecho hijo de Dios” (Jn. 1:12; 1 Jn. 3:1-2) y recibe la vida eterna (Jn. 3:16) por el cual “nueva criatura (o nueva creación), las cosas viejas pasaron, y he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).

Esta “participación de la naturaleza divina” en la naturaleza humana, o sea, esta regeneración, esta transformación, este nuevo nacimiento, esta criatura, es característica única del verdadero Evangelio de Jesucristo.

En las religiones paganas, o seudos-cristianas, o semi-evangélicas, no se produce un cambio, una transformación, un nuevo nacimiento, las cosas viejas no pasan y nada es hecho nuevo. El verdadero evangelio de Jesucristo es el único que reconoce la naturaleza caída y corrompida del hombre y la regenera, la transformas y le imparte la vida de Dios, la vida eterna.

Esta es la necesidad básica, temporal y eterna del ser humano; es una necesidad urgente del alma. ¡Ser transformado, recibir la vida de Dios!

Coloquémonos en las manos del señor como el barro en las manos del alfarero para que el señor nos transforme. El nos pueda hacer una nueva criatura, darnos vida eterna, y hacernos una vasija de “honra, santificado, útil al señor, y dispuesto por toda buena obra” (2 Ti. 2:21). Rinde tu vida al Señor. Para que seas un vaso útil en sus manos, alcanzando también a otros con su favor.


miércoles, 6 de junio de 2012

LA OBEDIENCIA, PRINCIPIO DE ÉXITO


LA OBEDIENCIA, PRINCIPIO DE ÉXITO



   Pablo Castro Agresott

El éxito no es cuestión de suerte o magia. Está condicionado a ciertas exigencias en la vida, en todos los órdenes, tales como en los negocios, en el estudio, las artes, en el matrimonio, en el hogar y obviamente en la vida cristiana, en la cual, hacemos énfasis.

Una de las principales causas por las que se fracasa en el Señor, o mejor en la vida cristiana, es por falta de obediencia.

En la vida de Abraham encontramos cómo Dios lo tuvo en cuenta para que este lograra bendición en todas las áreas, que alcanzara EXITO - Todo sin lugar a dudas condicionado a la obediencia. Por lo mismo quiero enfocar la Obediencia como principio del éxito.

Principio: Base, origen, razón. Lo que es fundamental o causa.

Obediencia: Cumplir la voluntad de quien manda.

--> El éxito de Abraham se resume en los Vs. 2,3 (léalo por favor)

* LA BASE O PRINCIPIO : Vs. 1 Condición para el éxito:

A. Abandonar el pasado pagano : TU TIERRA - Lo que representa en sentido espiritual tu mundo: Carne, pasiones, caprichos, etc.

B. Abandonar el modo de vida: TU PARENTELA Tenemos que establecer en dios patrones de vida. Salgamos de la tradición, costumbres ajenas a la vida en Cristo (2 Corintios 5:17).

C. Abandonar el “yo” personal = TU CASA Esto va mas allá, a lo muy personal, a lo interno del creyente, a los sentimientos, a todo aquello que está en el yo personal – el ego – (Gálatas 2:20).

Esto nos lleva a SEGUIR UN NUEVO DERROTERO – Y EN LA MEDIDA QUE AVANZAMOS EL NOS IRÁ SEÑALANDO PASO A PASO EL CAMINO: “ A LA TIERRA QUE YO TE MOSTRARÉ”.

Esto básicamente fue lo que llevó al “Patriarca del éxito”, su obediencia basada en la fe. Abraham identificó claramente “AL QUE MANDA”, supo conocer quién era Dios, por lo que creyó que se debía someter a Su voluntad, a Sus preceptos.

El gozo y la victoria en la vida cristiana está en la obediencia a Dios: (Deuteronomio 6:3,24; 11:27; 12:28; 30:8-11. Hebreos 4:6,11).

El nivel de tu obediencia indica el nivel de tu rendición (Humildad), amor (Entrega), fe (confianza), seguridad (estabilidad) – señala lo que está en tu corazón.

Si alcanzarás en tu vida cristiana el éxito, será por tu obediencia a Dios y su Palabra.

Identifica al que manda. ¡Dios te bendiga!

¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!


¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!

Canción de alabanzas que honra a la Santísima Trinidad. Compuesta en el siglo XIX por Reginald Heber se ha convertido, con el paso de los años, en un tema universal presente en diversos actos de homenaje al Señor.
Fue escrito por Reginald Heber, un siervo de Jesucristo nacido en el Reino Unido en 1783, su letra, según algunos eruditos de la fe, parafrasea un pasaje bíblico donde el profeta Isaías vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime y exclamó: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:1-5). Este himno, que lleva por nombre coincidentemente “¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!”, es además un emblema del mundo evangélico y ensalza el Poder del Todopoderoso.

De algún modo, Heber, su creador, puso de manifiesto con su obra la presencia poderosa de Dios. Todo ocurrió en los inicios del siglo XIX, cuando se desempeñaba como pastor de Hodnet, una aldea ubicada en Shropshire, Inglaterra. Su único propósito fue escribir una canción que se pudiera entonar en el domingo de Trinidad, celebración que se conmemora ocho semanas después de la Semana Santa, y que sirviera para glorificar al Creador. Entonces, compuso un canto inmortal que presentó una revelación melódica de los principios eternos del cristianismo: Dios es tres en uno, es santísimo, y su creación refleja su gloria.

De familia adinerada, Reginald asistió a la universidad de Oxford, lugar en el que perfeccionó su creatividad, y recorrió Europa antes de convertirse en ministro de Dios. Su promoción al cuerpo de servidores de la fe cristiana ocurrió en 1807. A partir de ese instante estuvo al frente del templo evangélico de Hodnet durante dieciséis años. Y fue allí, en un remoto punto de la geografía inglesa, en el que este varón compuso más de cincuenta himnos evangélicos y desarrolló una prolífica obra literaria dedicada a Cristo en la que se destacó “Palestina”, un poema reimpreso varias veces, y un compendio del trabajo del estudioso Jeremy Taylor conocido como el “Shakespeare de los teólogos”.

El 1 de junio de 1823, cuarenta días después de cumplir cuarenta años de vida, Heber fue enviado a la India y cuatro meses más tarde se convirtió en el líder de la iglesia cristiana de Calcuta. Justamente, en “la Ciudad de los Palacios”, como se le conoce a la capital del estado indio, se consagró por completo a esparcir la Palabra del Dios Eterno y fundó templos y escuelas cristianas y visitó, en misión evangélica, una gran porción del suelo hindú. Sin embargo, en plenas labores misioneras, la muerte lo alcanzó el 3 de abril de 1826 y se marchó al encuentro con Dios. Empero, su estela piadosa se quedó en territorio indio y aún hoy se le recuerda con mucho aprecio.

Tras su desaparición, Amelia Shipley, su viuda, recopiló y reunió la amplísima obra poética de Reginald Heber y publicó una colección de cincuenta y siete canciones consagradas a Jesucristo. Dentro de ellas, evidentemente, se destacó de inmediato “¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!” y en el acto empezó a construir su propia historia. Una historia que, escrita en opinión de especialistas sobre la base de las palabras de Apocalipsis 4:8, deslumbra aún hoy y recuerda a los seguidores del Rey de reyes a través de sus estrofas.

CANTO POPULAR

“¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!”, traducido a varios idiomas desde su aparición, ha sabido volverse un canto popular y famoso. Así en 1953 fue empleada en la banda sonora de la película “Titanic”. Después, en 1982, el reconocido cantante evangélico Keith Green la incluyó en su producción “Canciones para el Pastor”. Posteriormente, en 2001, el grupo cristiano Hillsong United grabó una versión de este himno. Luego, en 2009, fue empleada en la adaptación televisiva de la obra “Cumbres Borrascosas” de Emily Brontë, y fue grabada por el pianista norteamericano Ronnie Milsap.



Cuatro pasos de unidad






 

Pablo Castro Agresott 

Lucas 5:17-20 

“17Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar.18Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. 19Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. 20Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.” 

En el pasaje bíblico leído, encontramos que: 

LA UNIDAD DEMANDA “PROPOSITOS” ¿QUÉ HAREMOS? 

LA UNIDAD DEMANDA “DETERMINACION” ¿PARA QUE? 

LA UNIDAD DEMANDA “SUPERACIÓN” ¿QUÉ PODEMOS LOGRAR? 

LA UNIDAD DEMANDA “FE” ¿QUÉ ALCANZAREMOS? 

Veamos estos 4 pasos: 

UNIDAD DE PROPOSITO: Su propósito era llevar al paralítico a los pies de Jesús. Tuvieron que establecer una unidad, un camino, un solo sentido para llevar a cabo este propósito. 

UNIDAD DE DETERMINACIÓN: (v.18) “…traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico…” Esta determinación tenía un fin, ya no solo era traer al paralítico, sino que había un fin: “…procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él (Jesús)…” Eran muchos los involucrados mas solo 4 se determinaron a subir al techo hasta ponerlo delante de Jesús. Muchos oramos, ayunamos… pero solo acompañamos, mas no estamos dispuestos a rendir nuestra comodidad. Cuando estamos determinados, estamos dispuestos a sacrificarnos. 

UNIDAD DE SUPERACIÓN: (V.19) “Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho…” Llegaron a un punto donde la unidad encontraba un gran obstáculo. Ya estos hombres habían traído al paralítico desde su lugar de origen, más ahora la multitud impedía su propósito inicial. Cuantas veces hablamos de comunión, pero en la práctica… no hay tal. ¿Qué unidad de superación tenemos? ¿Cómo sacaremos la obra adelante? ¿Cómo nos estamos esforzando? Ellos idearon la forma de hacerlo: “…poniéndole en medio, delante de Jesús.” 

UNIDAD DE FE: (V.20) “…Al ver él la fe de ellos…” Esta fue una fe unida que provocó un milagro. Jesús le dijo: “tus pecados te son perdonados.” Nuestra fe unida puede hacer grandes cosas. A través de la historia, hemos visto que la fe de 1 solo, ha movido la mano de Dios; que no sea la fe de 1 solo, ni de 4, sino la de todos nosotros… esta fe mueve el corazón de Dios para traer sanidad y perdón.